#Orígenes (1): El rocoto
Conoce la historia evolutiva de uno de los principales complementos de la gastronomía peruana.
¿Quién no confundió un pimiento con un rocoto? Por fuera son muy similares. Lógico, pertenecen al mismo género taxonómico (Capsicum). Por dentro, las semillas negras características delatan al fruto picante. Una rodajita basta para adornar un caldo de gallina o una patasca. Licuado es el compañero inseparable de los anticuchos y el choncholí. Hervido, relleno con carne molida y horneado es emblema de la comida arequipeña.
El rocoto (Capsicum pubescens) forma parte de nuestra historia. Fue descrito por primera vez por los botánicos españoles Hipólito Ruiz López y José Antonio Pavón en 1799, a partir de plantas cultivadas en el Perú1. La civilización Caral lo usaba como condimento hace más de 4000 años. En la actualidad es común encontrarlo en los huertos de las casas de ciudades y pueblos andinos. Sin embargo, el rocoto no se originó en nuestro país, sino un poco más al sur, en los alrededores de La Paz, Bolivia.
Un indicio clave para determinar cuál es el centro de origen de una especie domesticada es la presencia de los parientes silvestres. Es decir, especies muy relacionadas, pero que crecen sin la intervención humana. El rocoto pertenece al grupo de ajíes que tienen flores moradas junto a C. eximium y C. cardenasii. Ninguna de estas dos especies silvestres ha sido reportada en el Perú2. Su rango de distribución se encuentra entre Bolivia y el norte de Argentina.
En Bolivia podemos encontrar parientes silvestres y variedades de rocoto con frutos pequeños y diversas formas, que serían más parecidos al de su ancestro evolutivo (todavía no identificado). Sin embargo, no hay evidencia arqueológica que permita aclarar el lugar donde fue domesticado hace más de 6500 años.
Estudios genéticos recientes evidenciaron que ninguno de los parientes silvestres del rocoto (C. eximium, C. cardenasii y C. eshbaughii) es su ancestro evolutivo. Todas divergieron de una misma especie ancestral —que probablemente ya está extinta— por lo que serían especies hermanas. Incluso pueden formar híbridos naturales entre ellas.
Los rocotos se dividen en tres grupos genéticos: los del centro-oeste de Bolivia (los más primitivos y que dieron origen a los otros dos), los del centro-sur de Bolivia hasta Argentina, y los de Perú hasta México. La dispersión de los rocotos primitivos hacia el norte y sur se dio por intervención humana.
C. pubescens es una de las cinco especies de ají que se domesticaron en Sudamérica. En Perú las encontramos a todas. De acuerdo a los estudios genómicos realizados en 2023, el rocoto forma una rama evolutiva separada de las otras especies domesticadas, siendo el más divergente y antiguo. Además es el que posee mayor diferenciación genética, con poca introgresión de material genético de los otros ajíes. Posee genes diferenciados que están relacionados con el tiempo de floración, el aroma del fruto y la tolerancia al estrés biótico y abiótico.
Conocer la historia evolutiva de una especie, así como identificar su centro de origen, es de gran utilidad para la implementación de estrategias de conservación. Es en estas zonas donde se puede encontrar la mayor diversidad genética de un cultivo, que es la base de cualquier programa de mejoramiento, ya sea mediante estrategias convencionales o biotecnológicas.
Ruiz, H. & Pavón, JJA. (1799). Flora Peruviana, et Chilensis. Vol. 2. Gabrielis de Sancha, Madrid, 76 pp.
De acuerdo con las bases de datos de GBIF y Tropicos.