13 junio, 2023

, ,

Zancudos biotecnológicos

Malas noticias envueltas en proteína. Esa es la mejor descripción de un virus. No tienen vida propia, pero pueden causar mucho daño a quienes infectan. Somos testigos de ello desde hace varias semanas con más de 141 mil casos de dengue, 1247 hospitalizados y, al menos, 173 fallecidos confirmados. Una de las peores epidemias desde que llevamos registro.

Con solo 0.000005 milímetros de diámetro y un pequeño genoma de ARN que produce solo diez proteínas diferentes, el virus del dengue (DENV) provoca estragos en nuestro cuerpo. Los dolores de cabeza y de articulaciones son los síntomas más comunes. El DENV se presenta en cuatro versiones o serotipos. Infectarte con uno no te vuelve inmune a los otros, por el contrario, te hace más susceptible a desarrollar síntomas graves que pueden ser letales.

El DENV usa al zancudo Aedes aegypti como un servicio de delivery. Se multiplica en sus intestinos y migra a sus glándulas salivales a través de la hemolinfa (la sangre de los insectos). Una vez ahí espera pacientemente a que el zancudo —en realidad, la zancuda, pues solo las hembras pican— se alimente. El virus entra a nuestro torrente sanguíneo mientras su hospedero succiona la sangre. Infecta las células dendríticas, que son claves en la respuesta inmunitaria, y las convierte en fábricas de virus. A los pocos días, millones de DENV se liberan en la sangre (viremia) a la espera de la picadura de otro zancudo para reiniciar el ciclo.

Ciclo biológico del virus del dengue. Fuente: Guzman et al. 2016.
Para controlar el dengue debemos reducir las poblaciones de zancudos. Menos picaduras, menos infectados. Esto se logra eliminando sus criaderos (recipientes de agua, charcos, pozas, floreros, etc.). En zonas húmedas y lluviosas resulta casi imposible. También se fumigan las viviendas, aunque su efectividad es limitada debido a la aparición de poblaciones resistentes.

Aedes buenos

Indaiatuba es un municipio de 200 mil habitantes ubicado 90 Km al norte de São Paulo, Brasil. Si caminas por sus calles y avenidas verás unas curiosas cajas hexagonales con orificios en las tapas colgadas de postes y árboles. En su interior hay decenas de huevos de Aedes aegypti que esperan convertirse en zancudos adultos al cabo de un par de semanas. Todos son machos y todos cargan consigo un mensaje de autodestrucción codificado en su ADN. Su creadora, la empresa británica Oxitec, lo llama OX5034 o Aedes do Bem™.

Cajas conteniendo huevos de zancudos OX5034. Se activan con agua. Fuente: Folha.
Este zancudo fue diseñado por ingeniería genética. Le insertaron un gen que produce grandes cantidades de una proteína letal llamada tTAV. Se activa solo en las larvas hembras impidiendo que completen su desarrollo y proliferen. De esta manera, la población de zancudos se reduce a niveles que ya no son un problema de salud pública. Aquí Lluis Montoliu hace una explicación detallada de la tecnología.

En once meses, esta tecnología redujo en 96 % las poblaciones de zancudos en los barrios de Indaiatuba donde fue utilizado. Ahora, los Aedes do Bem™ se usarán en comunidades densamente pobladas de ciudades como São Paulo (en coordinación con la inmobiliaria QuintoAndar) y Porto Alegre. Incluso puedes comprar las Caixa do Bem para tu domicilio en diferentes estados de Brasil. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), por su parte, autorizó probar la tecnología en Florida.

Bacteria aliada

En 1924, dos investigadores del Departamento de Patología de la Universidad de Harvard, Burt Wolbach y Marshall Hertig, hicieron un asombroso descubrimiento. Hallaron una bacteria viviendo dentro de las células de diversos invertebrados: arañas, ácaros, mosquitos, escarabajos, avispas, etc. Creían que se trataba de Rickettsias (un parásito intracelular muy conocido en artrópodos hematófagos como garrapatas), pero sus características biológicas diferían de ellas.

Hoy se sabe que estas bacterias conocidas como Wolbachia (en honor a su descubridor) infectan al 60 % de todas las especies de insectos del mundo. Se transmiten por vía materna, es decir, si una hembra está infectada también lo estará su descendencia. Incluso algunas cepas evitan que los machos infectados se reproduzcan con hembras sanas. Pero Aedes aegypti está dentro del grupo de insectos que carecen de esta bacteria.

Scott O’Neill, investigador de la Universidad de Monash en Australia, se preguntó que pasaría si el zancudo es infectado por la Wolbachia de la mosca de la fruta. El experimento tuvo un resultado inesperado: la bacteria protegía al zancudo de la infección por diferentes virus, entre ellos, del dengue. Además esta protección podía heredarse formando rápidamente poblaciones inmunes al DENV, tal como lo confirmaron en 2011.

Los zancudos infectados por Wolbachia bloquean el establecimiento del DENV. Fuente: Daily News.
En la actualidad, el World Mosquito Program (WMP) se vale de esta estrategia para reducir las infecciones por dengue en diversos lugares alrededor del mundo: Colombia, Laos, Indonesia, Australia, Vietnam. Se quiso traer esta tecnología al Perú, pero nuestras instituciones no están preparadas para afrontar estos retos.

No aprendemos

El brutal brote de dengue que estamos viviendo demuestra una vez más que nunca aprendemos de los errores. Fuimos el país que peor manejó la pandemia de la COVID-19. Y lo más triste es que las mismas personas nos llevaron a esa debacle, varios involucrados en el Vacunagate, conformaron el grupo de expertos que asesoró al MINSA en esta epidemia. Puros médicos que no permiten explorar estrategias transdisciplinares. Una respuesta blandengue, como escribió Alejandra Ruiz en Jugo de Caigua.

Tanto los zancudos transgénicos de Oxitec como los infectados por Wolbachia del WMP, son estrategias biotecnológicas que demostraron funcionar en todas las pruebas realizadas. Uno busca reducir o erradicar las poblaciones de zancudos y el otro reemplazarla por una resistente a los virus. Pero ¿podrían ser aplicadas en Perú?

Si bien tenemos una moratoria a los transgénicos, solo se aplica a los que tienen fines agrarios o acuícolas (cultivos o crianzas), según la Ley Nº 29811 y su ampliación. Los zancudos de Oxitec tienen como fin el control biológico y salud pública. No obstante, no tenemos una normativa para regularlos. La forma más rápida sería la conformación de una Comisión Multisectorial de carácter técnico, que evalúe los riesgos y beneficios ambientales, económicos y sociales, para tomar una decisión política acertada.

En el caso de los zancudos infectados con Wolbachia, al no ser transgénicos, la evaluación sería menos compleja y posiblemente tenga mayor aceptación por parte de la ciudadanía. Nuestras autoridades deben buscar un acercamiento con el WMP e involucrarse en el programa.

Cualquiera de las dos estrategias no solucionarán el problema actual del dengue, pero permitirá prevenir futuros brotes infecciosos, especialmente ahora que se nos viene un evento de El Niño global. Lo ideal sería una mezcla de ambas estrategias. Por ejemplo, la tecnología de Oxitec en zonas urbanas de la costa, donde la erradicación de los zancudos no traería consigo efectos en los ecosistemas (cadenas tróficas). Y en la selva, dada su biodiversidad, sería la tecnología de Wolbachia, pues esta no elimina las poblaciones de zancudos, que seguirán disponibles como alimento de otras especies amazónicas.

Y, al igual que en la pandemia de la COVID-19, debemos frenar de raíz las teorías conspiranoicas que están surgiendo en redes sociales. Por ejemplo, hay gente que cree que hay más casos de dengue por culpa de las vacunas de la COVID-19 o que los zancudos transgénicos o del WMP son un experimento del Bill Gates para reducir la población mundial. No esperemos que estos bulos se conviertan en bolas de nieve.

04 mayo, 2023

, ,

Superpangenomas: Poniendo en valor la agrobiodiversidad

Hace 23 años, en medio de una gran ceremonia en la Casa Blanca, Bill Clinton (presidente de EE. UU.) y Tony Blair (primer ministro británico) presentaban el primer borrador del genoma humano. Se invirtió más de 3000 millones de dólares y trece años de trabajo. Ese mismo año, con menos atención mediática, se publicó el genoma de la primera planta, Arabidopsis thaliana (la rata de laboratorio del mundo vegetal). Su costo fue de 100 millones de dólares y tomó diez años culminarlo. Mientras que el arroz fue el primer cultivo en contar con su genoma secuenciado en 2002. Costó unos 200 millones de dólares.

Hasta hace una década secuenciar un genoma era cosa seria. Se requería varios millones de dólares y un trabajo coordinado entre grupos de investigación de diversos países. Cada uno se encargaba de un cromosoma. Así se secuenció y ensabló el genoma de la papa en 2011. Al Perú le tocó parte del cromosoma 3.

En ese entonces, obtener el genoma completo de una especie acaparaba portadas de revistas científicas y era un hecho noticioso. Hoy es algo rutinario. Se hace por menos de mil dólares y en pocos días. Gracias a ello, podemos secuenciar y comparar las semejanzas y diferencias de los genomas de diferentes poblaciones de una misma especie; así como identificar las variantes genéticas (alelos) que se asocian con una determinada característica (predisposición a una enfermedad, resistencia a una plaga, adaptación al estrés ambiental, etc.).

Perú, cuna del tomate

Hasta hace unos años, no era consciente que en Perú vivimos rodeados de tomates. No el que comemos en las ensaladas o usamos para los guisos, sino de sus parientes silvestres. En los parques y jardines, en los campos de cultivo, al borde de acequias y carreteras, cerca al mar o a 3500 metros de altura. Crecen como malezas. Sus flores amarillas en forma de estrella son fáciles de distinguir, aunque se requiere de cierto conocimiento para saber a qué especie pertenece.

Tomate silvestre creciendo al borde de la carretera en Mollendo, Arequipa.

En la década de 1950, el Dr. Charles M. Rick, botánico de la Universidad de California Davis, inició las primeras expediciones a Sudamérica para colectar los parientes silvestres del tomate. Recogió cientos de especímenes en Perú, Chile y Ecuador (incluyendo las islas Galápagos). Fueron al menos quince expediciones, la última en 1995. Rick fue el primero en estudiar y caracterizar la diversidad del tomate, y sentó las bases para el mejoramiento genético de este importante cultivo.

Si analizamos el genoma del tomate moderno encontraremos genes de sus parientes silvestres, los cuales le confieren resistencia a diversas plagas y enfermedades, tolerancia a bajas temperaturas, sequías y salinidad, coloración del fruto, cambios fisiológicos (precocidad en floración, reducción de semillas, etc.). Esto se logró a través de varias rondas de cruzamientos entre las variedades comerciales de tomate y sus parientes silvestres (muchos colectados en Perú), seguido de una selección de aquellos que portaban las características deseadas.

Pangenomas y superpangenomas

La crisis climática ha planteado un enorme reto a los fitomejoradores, quienes deben desarrollar —con mucha rapidez— variedades que se adapten mejor al aumento de temperaturas, las sequías más frecuentes y prolongadas, una mayor incidencia de plagas y enfermedades, el incremento de la salinidad de los suelos, etc. Los parientes silvestres de las especies cultivadas son una importante fuente de recursos genéticos para afrontar estos problemas.

Gracias a la reducción en los costos y tiempo de secuenciación de genomas tenemos la capacidad de identificar esos recursos genéticos. Y con los avances en la computación e inteligencia artificial se analiza una cuantiosa cantidad de información en pocos minutos. Ahora ensamblamos pangenomas y superpangenomas para captar toda la diversidad genética de una especie o de un género taxonómico (que incluye a los parientes silvestres).

Hace poco, un grupo de investigadores chinos publicaron en Nature Genetics el superpangenoma del tomate. El análisis abarcó nueve especies silvestres y las variedades modernas. Se identificaron muchas diferencias en la estructura de los genomas. Habían secuencias genéticas invertidas y translocadas (porciones de un cromosoma ubicados en otro cromosoma). También se hallaron porciones de ADN ausentes (deleciones) en genes involucrados en el peso y sabor del fruto del tomate comercial. Esto explica por qué son desabridos.

Lo interesante del estudio fue identificar una porción de ADN de 244 pares de base presente en el 80 % de los tomates silvestres, especialmente en Solanum pennellii, pero no en los tomates comerciales. Esta deleción, ubicada en uno de los genes de la familia de las enzimas citocromo P450, juega un rol importante en el crecimiento y desarrollo de las plantas, así como en la síntesis de metabolitos secundarios.

Cuando se restituyó el fragmento genético ausente en el genoma de un tomate modelo (Micro-Tom), este produjo una mayor cantidad de ramas laterales y casi el doble de frutos. En otras palabras, hubo un aumento considerable del rendimiento. Este es solo un ejemplo del enorme potencial que tienen los análisis de pangenomas y superpangenomas de las especies cultivadas y sus parientes silvestres (agrobiodiversidad).

a. Deleción de 244 pb del gen Sgal12g015720. d. Izquiera: Micro-Tom normal. Derecha: Micro-Tom con Sgal12g015720 reconstituido. Se aprecia mayor número de ramas laterales y frutos.

Importancia de la agrobiodiversidad

Perú cuenta con los parientes silvestres de especies que son muy importantes para la seguridad alimentaria, tales como: papa, frijoles, camote, tomates, zapallo, ajíes, quinua, entre otros. En decir, contamos con una enorme fuente de genes y alelos que son clave para el mejoramiento genético de los cultivos.

Nuestra agrobiodiversidad no solo está almacenada en bancos de germoplasma. Los agricultores familiares lo conservan activamente. Intercambian semillas, entrecruzan y mezclan variedaes, seleccionan las que responden mejor a sus necesidades. La agrobiodiversidad sigue evolucionando y adaptándose a las condiciones cambiantes del entorno.

Pero no basta con ser biodiversos. Se requiere de estudios genómicos para conocer todo su potencial y ponerla en valor. Imaginen crear un centro de investigación nacional abocado a esta tarea. O reestructurar al INIA con esta visión. Que no dependa del presupuesto público, sino de los ingresos que genere por las licencias de patentes o la venta de variedades registradas con mayores rendimientos, tolerancia al estrés biológico (plagas y enfermedades) y ambiental (sequías, olas de calor, salinidad, etc.). Solo así dejaríamos de ser un mendigo sentado en un banco de genes.

10 abril, 2023

,

¿Por qué nuestros alimentos están contaminados con plaguicidas?

Estoy seguro que muchos leyeron el reportaje de Salud con Lupa sobre los residuos de plaguicidas —algunos prohibidos y superando excesivamente los límites máximos permisibles— en frutas y verduras comercializados en los supermercados más importantes del país. El problema es generalizado (también ocurre en mercados y bodegas) y data de hace mucho tiempo, tal como lo evidencian los informes periódicos que publica el SENASA.

Las personas –entendiblemente indignadas— critican la acción del SENASA por garantizar la inocuidad de los productos de agroexportación, pero no hacer los mismos controles a los productos destinados al mercado interno. Se preguntan dónde adquirir frutas y verduras libre de plaguicidas. Proponen incentivar la agricultura urbana (producir tus propios alimentos) y orgánica, y ampliar el alcance de las bioferias. Exigen mayor fiscalización y duras sanciones a los productores y comerciantes.

Pocos se preguntan ¿a qué se debe este problema? ¿Por qué usan plaguicidas prohibidos, altamente tóxicos o de manera excesiva, sin respetar los periodos de carencia? ¿Acaso los agricultores quieren maximizar su producción e ingresos a costa de nuestra salud? La respuesta, como siempre, es más compleja de lo que parece.

La chacra no es un huerto

Cualquier persona puede producir tomates, lechugas y acelgas en su casa. Basta con unas macetas y un espacio iluminado (la ventana de la cocina, el balcón o la terraza). Si tienes un huerto o jardín mucho mejor. Podrías cultivar otros frutos y hortalizas. Las malezas no son un problema. Te sientas en un banquito y con una cuchilla las eliminas. Las plagas (gusanitos, pulgones y caracoles) sí son un dolor de cabeza, incluso en una maceta. Pero los controlas fácilmente cortando las hojas afectadas, aplicando jabón líquido, azufre en polvo, o pulverizando un macerado de ajos y ají, o algún producto de jardinería comprado en SODIMAC o PROMART.

En el campo la cosa se complica enormemente, así seas un pequeño productor que solo tiene una chacra de una hectárea. Para prevenir las malezas, debes arar bien la tierra. Puedes usar una pala o chaquitaclla (un trabajo extenuante), una mula o un tractor (de acuerdo a tu presupuesto). Luego mantener el campo limpio con herbicidas. Podrías deshierbar a mano, pero te tomará muchas horas y acabarás con dolores de espalda e insolación.


Para el control de plagas (insectos, virus, bacterias y hongos que afectan los cultivos) se cuenta con diversas estrategias: prácticas culturales (uso de cultivos asociados, trampas, refugios, etc.), control biológico (uso de depredadores y parásitos que afectan a las plagas) y productos químicos (plaguicidas naturales y sintéticos). El manejo integrado de plagas (MIP) se vale de todos ellos para reducir el uso de pesticidas nocivos, aunque aplicarlo correctamente requiere de mucho conocimiento y capacitación.

La agricultura es un negocio

Las personas que se dedican a la agricultura no lo hacen para producir alimentos, sino para generar dinero para cubrir sus necesidades. Muchas veces, es su única fuente de ingresos. Esa es la realidad. Deben hacer todo lo posible por obtener la mayor rentabilidad de sus cultivos. Por evitar las pérdidas en la cosecha. Por sacar al mercado toda su producción. Así que sus intereses no están necesariamente alineados con el de los consumidores.

Además, con las pocas hectáreas que la mayoría posee, no tienen poder de negociación. Su producción no llega directamente al mercado (solo a través de ferias). Hay uno o varios intermediarios que se encargan de acopiar la producción y ofrecer un buen volumen a los mayoristas y supermercados. Ellos ponen el precio al producto, no el agricultor. Ellos establecen los estándares de calidad que solo se basa en la apariencia (sin bichitos, golpes o manchitas). Esto fuerza a los agricultores a cumplir con esos “estándares” sin perder rentabilidad.

Falta de asistencia técnica

Al carecer de capacitación en MIP, los agricultores solo se valen del control químico para proteger sus cultivos. Es la forma más fácil de hacerlo. Imagina que tienes un problema de hormigas o cucarachas en casa, ¿no vas poniendo trampitas y liberando arañitas u hongos controladores de mente por la sala y la cocina? Lo más probable es que apliques Raid/Baigón o contrates a una empresa que fumigue la vivienda.

La cuestión es que la aplicación de todo producto fitosanitario depende del principio activo, la dosis, la frecuencia, los periodos de carencia, etc. Así como un médico te hace una receta en función a un diagnostico, lo mismo debe ocurrir en el campo. Un ingeniero agrónomo debe “recetar” qué producto aplicar y cómo hacerlo, después de evaluar el cultivo. 


Sin embargo, las agencias y oficinas agrarias, que dependen de los Gobiernos Regionales, carecen de personal y presupuesto para asesorar y acompañar a los productores locales. En el mejor de los casos, ellos se valen de lo que les recomiende el vendedor de agroquímicos (que muchas veces ni siquiera es un ingeniero o técnico agrario). Les ofrecen productos que no necesitan (por ejemplo, insecticidas cuando tienen problemas de hongos) y recomiendan aplicaciones excesivas.

También los agricultores “automedican” sus cultivos. Usan productos por costumbre o porque son más baratos, a pesar que en otros países, incluso en Perú, ya fueron prohibidos por su alta toxicidad. Por ejemplo, el carbofuran, prohibido desde septiembre de 2021 pero todavía en el stock de muchas tiendas agropecuarias, se comercializa ilegalmente en lugares donde la fiscalización no llega.

Así que el problema de la presencia de plaguicidas en los alimentos es un síntoma de lo abandonado que se encuentran el agro peruano. Los agricultores, que dependen de los ingresos generados por su chacra para subsistir, aplican los plaguicidas en exceso para reducir el riesgo de perder su producción. No cuentan con capacitación en MIP. Tampoco son conscientes del riesgo que representan ciertos plaguicidas ya que sus efectos no son inmediatos, sino crónicos o a largo plazo. Hay que fiscalizar la producción de alimentos (tarea que también comprende a los municipios), pero a la par invertir en extensión agraria.


01 marzo, 2023

, ,

Álamos transgénicos con mayor asimilación de CO2

La empresa biotecnológica Living Carbon, mediante ingeniería genética, ha desarrollado álamos que absorben más CO2 y acumulan más biomasa en menos tiempo. Es decir, llegan a su tamaño para uso industrial (madera, pulpa, etc.) en menor tiempo.

La estrategia empleada fue crear un “by-pass” molecular para evitar la fotorrespiración, un proceso natural en las plantas que disipa energía y CO2. Desde un punto de vista agrónomico (productivo) la fotorrespiración reduce los rendimientos. En vez que la planta fije CO2, lo libera produciendo menos biomasa.

Para lograrlo insertaron tres genes: uno que bloquea la producción de una proteína que transporta glicolato (la que sale de los cloroplastos para dar paso a la fotorrespiración en mitocondrias), y dos que convierten el glicolato en malato para reciclar los productos de desecho. 

Vías metabólicas alternas para evitar el proceso de fotorrespiración. La clave está en bloquear la expresión del transportador de glicolato de los cloroplastos a los peroxisomas (PLGG1). Fuente: Science.

En pruebas de invernadero, los álamos transgénicos produjeron 53 % más biomasa. Ahora sembraron 5000 plantones en un predio privado en Georgia (EEUU) y evaluar cómo se comporta en condiciones reales. Dado que no produce sustancias bioprotectoras (como genes de resistencia a plagas o tolerancia a herbicidas) ni es para alimentación no necesita pasar por el proceso regulatorio norteamericano a cargo de USDA, EPA y FDA

11 enero, 2023

Bacterias “cyborg”

Investigadores de la Universidad de California - Davis crearon bacterias “cyborg”, una mezcla de células naturales con materiales sintéticos. Básicamente, rellenaron el interior de una Escherichia coli con un hidrogel sintético a base de polietilenglicol. 

El hidrogel evitó que las bacterias crezcan y proliferen, sin afectar el resto de sus funciones celulares como la expresión de proteínas y la fluidez de sus membranas. Además, tenían mayor resistencia a diversos factores como la presencia agua oxigenada (peróxido de hidrógeno), cambios de pH (hasta 9) y el efecto de ciertos antibióticos.

Lo más interesante son las posibles aplicaciones de las células “cyborg”. Se pueden desarrollar biosensores, modular el microbioma humano y hasta tratar ciertas enfermedades como el cáncer. En dicho estudio, los investigadores lograron que las E. coli “cyborg” invadan células cancerígenas in vitro. De esta manera, podrían ser usadas para llevar agentes terapéuticos de manera precisa a las células que se quieren eliminar.

Imagen referencial creada con DALL-E.


06 enero, 2023

,

Algodón rosa

La mayoría de las personas dan por hecho que el algodón es blanco. Lo vemos así en hisopos, rollos y torundas. Sin embargo, existen de diversos colores, especialmente, en Perú. Marrón, crema, pardo, verde, son algunos de ellos. Como esos algodones no se pueden teñir, la industria textil optó por las variedades de fibra blanca.

Muestras de algodón de color. Fuente: Ing. Patricia Ocampo.

En la actualidad hay una mayor concienciación por los impactos ambientales que generan los productos que consumimos. La ropa es una de ellas. Los tintes empleados generan contaminación de los cuerpos de agua. En ese contexto, los algodones pigmentados adquieren mayor relevancia, aunque la variedad de colores existentes es muy limitada.

La naturaleza tiene infinidad de colores. Un claro ejemplo son las flores: amarillas, azules, rosadas, violetas, rojas y más. Cada pigmento es producido por diversas enzimas que catalizan reacciones químicas para que una molécula se convierta en otra. Por ejemplo, la tirosina es un aminoácido esencial producido por diversas plantas. Algunas poseen enzimas que transforman ese aminoácido en betacianinas, un pigmento que da coloración rosa.

El algodón carece de los genes que codifican las enzimas necesarias para producir betacianinas. Nunca veremos fibras de algodón rosa de forma natural. Pero podemos echar mano de la biotecnología para introducir los genes requeridos para hacerlo. Eso fue lo que hicieron investigadores australianos del CSIRO, liderados por la Dra. Filomena Pettolino. Los resultados fueron publicados en Plant Biotechnology Journal.

Se insertaron tres genes en el algodón: dos procedentes de Mirabilis jalapa, conocida como “buenas tardes” o “maravilla del Perú”; y uno de Beta vulgaris, más conocida como betarraga, una hortaliza que se caracteriza por su color rojo intenso. Los tres genes codifican el citocromo p450 (con dos enzimas, la tirosina hidroxilasa y la DOPA oxidasa), una DOPA dioxigenasa y una DOPA glucosiltransferasa. En la siguiente imagen se ve en detalle que hace cada una de ellas.

Nuevas enzimas codificadas por el algodón transgénico. Fuente: Li et al. (2022)

Los genes funcionaron correctamente. La fibras se teñían de rosa a medida que se formaban. Pero, como la biología no es tan simple, cuando completaban su desarrollo, estas perdían su color. Para evitarlo, los investigadores congelaban la motas de algodón unos días antes que maduren. Obviamente, no es una solución viable, por lo que investigarán la forma de fijar el pigmento en las fibras de manera permanente.

Desarrollo de las fibras de algodón (DPA: Días después de la antesis). Fuente: Li et al. (2022).

No tendremos algodón rosado en el mercado en el corto plazo, pero el experimento mostró que es posible reconstruir las vías metabólicas para sintetizar distintos pigmentos en sus fibras. Además, una vez se obtenga una línea transgénica con color estable, deberá pasar el proceso regulatorio al que son sometidos todos los transgénicos y, luego, introducir esa característica en las variedades comerciales a través del mejoramiento convencional (cruces y selección).

Referencia:

Li, X., Mitchell, M., Rolland, V., Allen, S., MacMillan, C., & Pettolino, F. (2022). “Pink cotton candy” – A new dye‐free cotton. Plant Biotechnology Journal. DOI: 10.1111/pbi.13990