Las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna son las primeras en usar la tecnología del ARN mensajero (ARNm) para proteger a las personas de la COVID-19. De manera sencilla, nos inyectan unas nanopartículas de grasa que contienen la receta para que nuestras células produzcan la misma proteína que usa el SARS-CoV-2 para invadirlas. Cuando esto ocurre, nuestro organismo “cree” que está siendo atacado por el coronavirus y activa la respuesta inmune, dejándonos protegidos para futuras infecciones. El mecanismo de acción de estas vacunas parece simple. Sin embargo, detrás de ellas hay una red de patentes (que protegen la parte tecnológica) y secretos comerciales (que protegen el conocimiento técnico o “know-how”) que la sustentan. No basta sintetizar la molécula de ARNm y ponerla dentro de una bolita de grasa. Hay una serie de modificaciones que le hacen a esta molécula para que pueda convertirse en una vacuna. Mario Gaviria (Universidad de Michigan) y Burcu Kilic (ONG Public Citizen) hici