Las áreas de conservación privadas son escasas en nuestro país. Ascienden a no más del 0,07% del territorio nacional: 9 establecidas legalmente, 6 en evaluación. Presentándose como una alternativa más para prevenir la desaparición de espacios naturales importantes, parecieran comportarse como una estrategia nueva, valiéndose de la coyuntura de sesgo verde, para extender las redes polarizadas del capitalismo a un sector no influenciado por ellas en el Perú. No limitadas a la pertenencia individual, sino también a la colectiva, por parte de comunidades nativas, los riesgos que se podrían dramatizar, efecto directo en la desaparición de dichas áreas, bordean sutilmente los grandes beneficios de la venta de nuestras tierras. En un mundo donde los países ricos desviven a sus especialistas para socorrer los vestigios de espacios naturales que aún mantienen, el Perú sugiere valerse de la venta legal de dichos espacios para ayudar a su conservación. Sin ir muy lejos: mientras Ecuador y Colombi