Primero modificaron genéticamente un ratón de laboratorio haciéndolo insensible al sabor dulce (sweet-blind) quitándole los receptores para este sabor. Luego vieron las diferencias en el comportamiento de los ratones en respuesta a sus preferencias por una solución azucarada (calórica) y una solución con sucralosa (no calórica). Los resultados mostraron que los ratones sweet-blind mostraron preferencia por la solución de azúcar, que era la del contenido calórico. Es decir, los ratones a pesar de no sentir el sabor dulce, prefirieron la sustancia que presentaba más calorías.
Con todos estos resultados se poidría concluir que los mecanismos que se dan en el cerebro no están codificadas exclusivamente como respuesta a los sensores relacionados con los impactos hedónicos (de placer) de los alimentos, sino que también pueden llevarse a cabo previamente por funciones aun no identificadas de detección de señales metabólicas y gastrointestinales.
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